San VIcente, San VIcentín y el Bibitoque

Un año más se celebró el patrón de Sigüenza, San Vicente, por todo lo alto.

La fiesta comienza siempre el día de antes el 21, con la tradicional hoguera.

Yo comencé el día temprano, pues a las doce habíamos quedado con los dulzaineros de la cofradía. Es un placer siempre saludar a gente tan agradable como los hermanos Zamarrón y compañía. Entre dianas y pasacalles a ritmo de la dulzaina fuimos tomando el vermouth. Sobre las 4 fuimos a comer unos cuantos cofrades y los dulzaineros, después de la comida nos fuimos dirigiendo hacía la iglesia de San Vicente entre dulzainas y cohetes.

Llegamos puntuales para la tradicional bendición de rosquillas, una vez bendecidas se toca una buena pieza (Una entradilla, una buena jota). Acto seguido se procede a encender la hoguera. En ella siempre hay un pino del cual cuelgan naranjas. ¿Que por qué cuelgan naranjas? Es tradición, pues antiguamente el conseguir una naranja por estas tierras en esta época era casi un lujo, y se colgaban del árbol para que según fueran quemándose las ramas cayeran al suelo y era como unos caramelos para los niños.

Durante la hoguera, mientras los chavales y los no chavales se iban pintando las caras con los tizones que iba cayendo de la hoguera, los dulzaineros no dejamos de amenizarla en ningún momento con nuestras canciones. El momento más bonito fue cuando tocamos un pollo, y mi profesora Sara y Cesar lo bailaron, como se bailaba antaño, con sus vueltas, sus saltos, etc. Dejaron a toda la hoguera impresionada, y a más de uno con una envidia sana por no saber bailarlo.

Después de un par de horas por la hoguera, bajamos a la Marina, para tomar algo y visitar a un cofrade ilustre: Luismi. Al rato nos fuimos de cena, y una vez terminada la cena caminito del Ficus.

En la Ficus nos estaba esperando la chavalería, allí comienza la verbena. Entre jotas, bailes corridos, pasodobles y demás. La gente se iba arrancando a bailar. Vamos tocando todos e intentando bailar a ritmo de dulzaina y tamboril. Las chicas nos deleitaron con unos buenos baile, sobre todo con la sanjuanera seguntina. La verdad que lo pasamos muy bien, se veía mucha gente joven vibrando con la música tradicional que sonaba por las dulzainas. Siempre es bueno que los jóvenes vayan conociendo nuestra cultura y disfruten de ella.

El día 22, día del patrón, salió la procesión como es costumbre, en ella al santo se le regala de todo, desde conejos o gallinas a bollos, aunque lo que más le suele caer son botellas de sidra que han sobrado de las navidades. Una vez acabada la procesión se celebra el certamen de dulzaina y tamboril José María Canfran. Me han comentado que este año de nuevo fue impresionante. Los mellizos tocaron la Jota Antigua al revés (Estilo satánico, me comentaba Agus). Los dulzaineros del Bajo Aragón fueron los jefes este año. Una vez acabado el certamen, todos los grupos y los cofrades se van de cena. Este año los dulzaineros del Bajo Aragón, no pudieron quedarse pues al día siguiente tenían que coger un vuelo a Tailandia, que tienen una gira para promocionar la expo de Zaragoza. Por la noche en la Ficus un poco más de baile.

Al día 23 se le conoce como San Vicentín, se reúnen todos los cofrades y se realiza la subasta con todo lo que se le dio al santo el día anterior en la procesión, se procede al nombramiento del nuevo hermano mayor y los hermanos menores para el año próximo.

Después vamos todos a la comida que invita el hermano mayor, y una vez acabada se procede al tradicional Bibitoque, en el que se tiran caramelos y se realizan juegos para los niños.

Viendo como ha ido la cosa este año tengo dos cuestiones:

¿Para cuando una escuela de danza en Sigüenza?

¿Para cuando chicas en la cofradía?